Tener el cabello que se engrasa rápidamente no es ciertamente muy agradable, pero en ningún caso es una fatalidad. El efecto graso se debe a una sobreproducción de sebo, un aceite natural producido por nuestro cabello para mantener la hidratación y proteger la fibra de las agresiones externas (deshidratación, contaminación, composición de los productos cosméticos…). Descubre nuestra rutina para combatir el cabello graso.
Preparación del cabello: el cepillado
Comienza cepillando tu cabello con un cepillo de cerdas de jabalí puro.
Estos pelos naturales, compuestos de queratina como nuestro cabello, ayudan a distribuir eficazmente el sebo a lo largo de toda la longitud del cabello y limitan así su presencia en las raíces. Esto permite hidratar en profundidad y aportar una capa de protección antes de la etapa del champú, que tiende a debilitar la fibra capilar, especialmente cuando la frecuencia de lavado es alta.
Cepillarse el cabello antes del champú permite retirar todas las impurezas acumuladas a lo largo de los días (polvo y caspa), desenredarlo bien y facilitar la aplicación de la mascarilla capilar, para que se distribuya homogéneamente en las raíces.
Mascarilla capilar: el pre-champú
1. Mascarilla de yogur, huevo, limón
el jugo de limón purifica el cabello y ralentiza el exceso de sebo
el huevo es rico en vitaminas, minerales y azufre y ayuda a combatir el cabello graso
Aplica esta mascarilla de 1 a 2 veces por semana, directamente en las raíces realizando un masaje craneal para estimular esta zona y distribuir bien la mezcla por todo el cuero cabelludo. Deja actuar entre 30 y 45 minutos, enjuaga con agua tibia/fría y pasa al champú.
2. Mascarilla de aloe vera
Para esta receta, necesitarás gel de aloe vera, orgánico si es posible. Puedes combinarlo con unas gotas de jugo de limón. El aloe vera es una planta suculenta, que tiene un poder purificante y desinfectante. Es ideal para cabellos secos y grasos, ya que aporta una hidratación intensa a la fibra capilar. El aloe vera también regula la producción de sebo. Puedes extraer el gel directamente de la planta o en forma de gel, en farmacias y grandes superficies (general o biológica).
Mezcla en tu bol 3 cucharadas de gel de aloe vera con 1 cucharadita de jugo de limón. Luego aplica la mascarilla en tus raíces. Deja actuar 30 minutos, enjuaga y luego pasa al champú. Puedes hacer esta mascarilla de 1 a 2 veces por semana.
El champú
Es importante tener un champú adecuado a la naturaleza de tu cabello, para no debilitarlo aún más.
Lo ideal sigue siendo tener una frecuencia de champú limitada a un máximo de 2 por semana. De hecho, lavarse el cabello con demasiada frecuencia es perjudicial para tu fibra y te encierra en un círculo vicioso. Al lavarlos, frotas tu cuero cabelludo, que, bajo el efecto de la estimulación, produce aún más sebo, lo que engrasa tu cabello y te obliga a volver a lavarlo... Para que la producción de sebo se regule de forma natural, debes espaciar y reducir tus lavados. No dudes en reducir la frecuencia gradualmente para ayudar a tu cabello a acostumbrarse y engrasarse menos rápido.
Prefiere agua fría/tibia para el enjuague del champú. Estas temperaturas favorecen la circulación sanguínea del cuero cabelludo y cierran las escamas del cabello. Así se vuelven suaves y brillantes. Si lo deseas, puedes alternar de vez en cuando con agua con limón que revitalizará la fibra capilar. Para ello, nada más simple. Hierve cáscaras de limón en agua durante 20 minutos. Deja que la solución se temple y enjuaga tu cabello con ella.
Finalmente, deja secar tu cabello al aire libre, o con el aire frío de tu secador. La idea es limitar cualquier fuente de calor intenso que pueda debilitar tu fibra capilar.
Si tienes la costumbre de aplicar un acondicionador, solo debes evitar ponerlo en las raíces. Aplícalo a partir de la mitad de la longitud.